Yo tenía siete años y estábamos en el revistero de Héctor. Me compro una Cosmik que tenía en tapa al cometa Halley. Mientras mirábamos la revista, con su ternura franca, me dijo esa frase que me partió en dos. En ese instante entendí el tiempo, la ausencia, la memoria. Me largué a llorar con todo mi cuerpo. Fue mi primera lección sobre el cielo… y sobre la vida.

Desde entonces, cada vez que levanto la vista hacia las estrellas, siento que leo algo más que constelaciones. Leo historia, humanidad, despedidas y reencuentros.

Algo de eso me volvió a pasar en la experiencia de Patagonia Sky.

En una estancia patagónica histórica, sin necesidad de tener auto, vivís una noche que te abre el corazón y los sentidos.

Guiados con una sensibilidad única por Nani Pegoraro y Gustavo, aprendés a mirar el cielo de verdad. No como fondo, sino como protagonista. Como herencia.

El cielo, silencio, misterio y belleza.

Gracias Patagonia Sky por recordarme que, incluso en la oscuridad, siempre hay algo que brilla.

Ah ! Cumplo 45 el sábado vaya regalo ! (21/06/80)

@patagoniasky