Luis

El 10 de junio de 1970, esa dirección, Montes de Oca 680, se convertiría en un eco de tragedia. Un edificio se desplomó, llevándose consigo la vida de mi abuelo Luis y dejando un rastro de muertos y heridos. Los sobrevivientes fueron rescatados entre los escombros, sus historias inmortalizadas en las páginas de los diarios de todo el pais.
Nunca conocí a mi abuelo Luis, pero su esencia vivía en los ojos de mi abuela Rosa y que con mayor angustia de aquel día terrible, tuvo que buscar su cuerpo, trayéndolo de regreso en un camión frigorífico para darle un último adiós en su tierra natal. Recuerdo el luto que envolvía a mi abuela, sus noches de insomnio y pastillas para dormir, así como su lucha por encontrar la redención y la superación , pienso en mi mama y mi tio Luis que perdieron a su padre.
Mis bisabuelos, Dante y Eulogia López, mi tío Nando quien me contó sobre el horror de quedar atrapado entre las piedras, escuchando los gritos de mi abuelo Luis, aunque en medio de aquel caos, su silencio se tornó aún más ensordecedor, presagiando lo peor.
Las historias familiares son como bloques borrosos, tejidas con valentía y fragilidad. En cada relato encontramos héroes y villanos que lucharon, perdieron y soñaron con un futuro más brillante que su presente. Es en el relato oral donde preservamos sus memorias, compartiéndolas a través del tiempo, recordando que, aunque la vida nos arrebate, siempre hay un eco de amor y resistencia que perdura.